martes, 19 de febrero de 2013

La torre de Espantaperros


La torre de Espantaperros, también conocida como torre de la Atalaya, se encuentra en la localidad de Badajoz. Es uno de los más notorios monumentos almohades de la Península Ibérica. Además, se considera la mayor de las torres albarranas de la alcazaba de la ciudad (se encuentra en la parte oriental) y constituye la vigilancia más fuerte de todo el recinto. El califa Abu Yaqub Yusuf, ordenó que se construyera en el año 1169. A menudo se le confunde con la torre del Alpéndiz, situada cerca de la puerta del Alpéndiz, cercana a los restos de la iglesia de Santa María de Calatrava. Esta espectacular torre, sigue la costumbre del arte militar almohade, el cual consiste en construir torres albarranas poligonales, es por esto por lo que su planta es octogonal. Se conserva en toda su altura, unos 30 metros. Sirvió de modelo a las torres del Oro y de la Plata en Sevilla, ya que su construcción es anterior. La Torre de Espantaperros, está colocada por delante del lienzo de la muralla y conectado a él por un pasillos estrecho y un arco.







Entrada a la torre









Vista lateral de la torre
















La mayor parte de la torre es maciza, salvo sus dos plantas superiores que forman dos cámaras anulares abovedadas. En su origen, estaba rematada por una pequeña construcción cuadrada y decorada con arcos entrecruzados. Posteriormente a su construcción, en el siglo XVI, se le añadió el templete de estilo mudéjar (estilo típico de los musulmanes que permanecieron viviendo en territorio conquistado por los cristianos) que  puede verse actualmente. Este remate mudéjar tenía la función de alojar una campana que ahora se conserva en el museo arqueológico provincial de Badajoz y que fue desmontada a finales del siglo pasado. Los actuales accesos y el mantenimiento de la torre no permiten abrirla al público, por eso su interior no se puede visitar.


 
Las torres poligonales son frecuentes en la arquitectura almohade andalusí. Como ejemplo, tenemos la torre del Oro sevillana. Su construcción formaba parte de reforzamientos en las fortificaciones que construyeron los almohades en toda Al- Andalus, ya que necesitaban defenderse ante el empuje bélico y territorial de los reinos cristianos del norte. De hecho, la Alcazaba de Badajoz, es una de esas fortificaciones.


 En Badajoz existe otra torre octogonal, posiblemente de la misma fecha, en una finca llamada Torrequebrada. Está en las proximidades de la autovía que conecta la ciudad con Mérida, y servía de atalaya desde la que vigilar y proteger el acceso oriental a Badajoz.

lunes, 18 de febrero de 2013

La torre de San Francisco



Un miércoles cualquiera, después de haber ido a varios sitios con mi amigo Álvaro, me acerqué a la torre de San Francisco ha echarme una foto para este trabajo de ciencias sociales. Yo, vivo en el camino de los Santos de Maimoma y estoy acostubrado a ver la torre, hasta desde mi casa se ve.
La torre está en un estado de ruina bastante malo. Ha sido ´´ restaurada`` por una parte con un poco de cemento. La torre es muy antigua y llegaba hasta la altura del instituto. Fue derruída por los franceses. Los materiales con los que está construída son malos.


La torre del Convento de San Francisco es el único resto de lo que fue antiguamente el Convento Franciscano de San Benito, aunque de forma popular también se le conoció como Convento de San Francisco. Dicho convento, se situaba a las afueras de la villa de Zafra, aunque actualmente podemos decir que se encuentra dentro del casco urbano. Fue fundado y construido por el segundo Conde de Feria, Gomes II Suárez de Figueroa y por su madre, la condesa María Manuel, en el último tercio del siglo XV.  Se amplió en varias ocasiones a partir del año 1575. Las partes ampliadas fueron principalmente el claustro y los dormitorios, de forma que se pudieran albergar un mayor número de religiosos.

 












Yo, en  lo que queda de la torre.





Todo el edificio, excepto la torre, que como bien he dicho antes, es el único elemento que se conserva actualmente, estaba construido con materiales muy pobres. Debido a esto, fue destruido tras el saqueo que sufrió durante la Guerra de la Independencia en el año 1808.


El convento junto con los frailes que vivían en él, gozaban de una gran estimación por las autoridades de la villa, por eso se construyó una alacena en una de las paredes laterales de la capilla mayor. En esta alacena, el concejo guardaba la documentación más importante, como el archivo de sus privilegios, y una de las llaves era custodiada por el guardián del convento.







Antiguamente, no había nada alrededor de la torre debido
a que estaba a las afueras de la ciudad.




Actualmente la torre está rodeada de casas.